Texto integro extraido de la revista alemana.
Como Juana Ortega recuerda esta escena, sus ojos se llenan de lágrimas. Ese día, en julio de 1989, a las 10:45 horas, vio a su hijo durante el tiempo sana pasado. Ahora está sentado a su lado en una choza en el centro de Madrid. Sobre el cuerpo retorcido de Antonio se ha extendido una manta. Sus ojos se abrieron, su malmt la mandíbula, pero no pueden ser comunicadas. Su cerebro está muy dañado.
La cama está en una pequeña choza en el centro de la capital. Es una protesta con hojas de tableros de partículas y de plástico. 17 meses han vivido los padres y el hijo aquí en el invierno y el verano. Lo han soportado porque nada más era soportable.
Desde que la operación hace 21 años, Juana Ortega tratar de demostrar a su marido en la corte que su hijo fue asesinado por un defecto del anestesista en un estado de coma. Pero no una y otra vez. Se escribió al rey español, el presidente y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Pero los poderosos, dicen que la pareja que no había considerado.
http://www.spiegel.de/panorama/gesellschaft/0,1518,730429,00.html
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